"Dilexi iustitiam et odivi iniquitatem propterea morior in exilio"

sábado, 15 de marzo de 2014

Neutralidad, Parte 2: Certificado de Ministro Ordenado, Colombia

La manera como la Organización aborda en diversos países el servicio militar sin duda nos está dando muchas tardes de gloria. Ya vimos cómo aborda los asuntos la sucursal de Colombia (al emitir un "certificado de ministro ordenado") en esta entrada:

El camarada Kandrea, ante las incógnitas que nos generó este certificado, amablemente nos lo envía junto con 2 documentos relacionados que se entregan a la autoridad militar colombiana. ¡Y no sólo! Además, nos deleita con un inédito relato de cómo los jóvenes testigos de Colombia enfrentan este asunto, que comparto con ustedes (sin comprometer su información personal):

Hola mi amigo.

No pensé que pudiera interesarte el tema del servicio militar en mi país. Vuelve y me pasa que creo que las cosas funcionan igual en todo el mundo, pero tiene toda la lógica del mundo tu interés.

Te envío las tres hojas que se me entregaron cuando tuve que presentarme al servicio militar, te aclaro que tienen un tiempo... 

Tú las sabrás analizar mejor que yo. Como verás una va dirigida por la sucursal, y la otra supuestamente por mí, la tercera solo servía para demostrar que la religión estaba registrada oficialmente en aquel año. Digo supuestamente redactada por mí porque, como es obvio, es un modelo donde solo hay que firmar.

Entre otras cosas te cuento que a mí me tocó muy duro obtener el documento militar (aquí se llama Libreta Militar).

En este punto me comenta su experiencia a partir de la de cierto hermano:

Él tuvo que ir a la cárcel pues su padre, que había sido TJ, estaba expulsado en ese momento y su madre era opositora... su padre mismo llamó a las autoridades para que se lo llevaran a la cárcel. Así que yo estaba dispuesto a ir a la cárcel y al mismo tiempo estaba confiado en que la sucursal no me desampararía en caso de tener que pasar por eso.

El reclutamiento comienza cuando las autoridades militares van al colegio a realizar las pruebas médicas a los alumnos. No avisan o lo hacen un día antes... era un auditorio y estábamos unos mil jóvenes semidesnudos, con solo la ropa interior. Se iba llamando por lista uno por uno... y el examen lo realizaba una chica, muy linda por cierto (eso lo hacían a propósito jaja). Al final solo apuntaban en la lista si uno era apto o no, a los que no eran aptos inmediatamente les daban un certificado para iniciar el proceso de exención. Esa fue mi primer choque con los militares. Salí apto, así que hablé con el comandante y le dije que era TJ y que no prestaba el servicio militar. Me dijo que eso tenía que exponerlo en la siguiente convocatoria.

La segunda convocatoria es casi lo mismo, pero en el batallón. Es un examen un poco más detallado, pero en el patio del batallón, al aire libre y con la gente mirando por las ventanas de los edificios cercanos. En esa ocasión ya estaba muy asesorado y llevaba los tres documentos que te envío:




Todos íbamos con ropa de reunión y maletín, a excepción de uno que le dio miedo y 'se entregó', o, como se dice aquí 'se regaló', o sea, prestó el servicio militar [...]. Fue expulsado inmediatamente y sin comité. 

A nosotros nos dejaron de últimos para atendernos (estábamos desde las 6.30 y eran las 18.00). El comandante [...] hablaba fuerte tratando de intimidarme, pero en resumen solo me puso a copiar un párrafo de la ley militar donde me daba a entender que mis papeles no servían y que tenía que presentarme a la siguiente convocatoria, que era el sorteo (para determinar en qué institución prestaría el servicio militar). Me dijo que fuera listo para irme de una vez a prestar el servicio o directamente a la cárcel.

La siguiente ocasión era el sorteo, igual teníamos que estar desde las 6.30, pero esta vez éramos todos los de la ciudad. [...]  Esta vez no había forma de salir, era un coliseo cerrado. No había forma de comunicarme, mi mamá solo pudo pasarme una hamburguesa a las 22.00 de ese día, tuve que estar hasta las 17.00 del siguiente... 

Me dijeron que tenía que presentarme a donde había salido seleccionado, el INPEC (Instituto Nacional Penitenciario). A estas alturas sabía qué decir y de forma convincente, pero la verdad no tenía claro por qué no podía prestar el servicio militar en un lugar donde no tendría que portar armas, nada relacionado con la guerra y hasta en un escritorio donde no veía nada que me molestara personalmente mi conciencia.

Me presenté en el batallón del INPEC. No solo no me pareció malo, hasta me gustó. El uniforme no era militar, [...]. Las instalaciones eran como una universidad, de hecho era más una universidad que otra cosa, hasta era la única institución totalmente mixta en todos los procesos. Me ofrecieron estudiar carreras que me llamaban demasiado la atención. Pero no había nada que pensar, solamente decir que no. Allí fueron muy muy amables, hasta parecieron comprensivos. Como no decidí enlistarme solo me dijeron que tendría que seguir presentándome a mi batallón local.

En el batallón local tuve que presentarme durante más de un año casi todos los días, [...] me decían que si no me presentaba quedaba 'remiso', como si me estuviera escapando de las autoridades. Luego de más de un año, el comandante me dijo que definitivamente tenía que ir a la cárcel. Así que me presenté al siguiente día con mi bolso de viaje con ropa, dispuesto a irme. Cuando me vio, el comandante simplemente me dijo que iba a solucionarme mi situación. [...] Después de eso solo tuve que pagar el valor de la libreta


En mi país, hay un dicho entre los hermanos: "Es fácil ser testigo en Chile, ¡no hemos aguantado nada!". Al leer un relato como este, nos percatamos de la realidad de este adagio. Las cosas NO funcionan igual en todo el mundo. 

La carta firmada por nuestro amigo no es requerida en mi país. Una carta tipo... que 'hace uso de un derecho' del que el signatario no está muy convencido de ejercer en el caso de la alternativa que le ofrecen de estudiar en una institución que no tiene que ver con la guerra, que es "como una universidad". Es más, no entiende cómo aceptar esta alternativa violaría la neutralidad.

Tan artificiosamente tramada como la "supuesta" carta del joven, es su "certificado de ministro ordenado": la mención de que los TJ para ser ministros "presentan exámenes" es sencillamente falsa, a menos que por "examen" entendamos una prueba con los libros abiertos... Además, ¿qué "estudios necesarios" son los que "cursa" el ministro ordenado? Sólo 2 de los libros que se alistan se repasan de forma sistemática en un curso a domicilio. No sé si el Ministerio mensual (que es una hoja) cabe en la categoría de "libro de texto"... pero de ahí a declarar que Perspicacia se estudia como parte de un programa de estudios para ser ministro... Lo mismo se puede decir respecto a presentar la asistencia a las reuniones como 'un curso de actualización semanal'. Sin duda la Sucursal de Colombia expide un certificado de ministro muy rara avis, por decir lo menos.

Es entendible que ir premunido de esta documentación no les quita el miedo a algunos jóvenes. Las amenazas de ir a la cárcel, el lucro cesante que implica estar yendo indefinadamente al cuartel sin poder trabajar, además del coste del certificado de exención que da el Ejército en Colombia (que es proporcional al patrimonio familiar), hacen que no sorprenda que haya "entregados" o "regalados" que son expulsados sin comité judicial (algo muy parecido a la desasociación automática que se lleva a cabo en España).

El tema de la divergente neutralidad que la Organización implementa en distintos países, ha sido muy conocido a través de lo sucedido en México... Desde allá un colaborador me escribe para actualizarnos sobre los procedimientos allá. En la tercera parte de esta serie publicaremos sus documentos y comentarios:

http://hildeydesa.blogspot.com/2014/03/cartas-5969-114-2174-1412-neutralidad.html


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